Nuestros
investigadores se personaron en la casa de la familia Wayland . Tras presentarse y mantener una breve conversación con
los padres sobre su vecino desaparecido, pasaron a inspeccionar a la pequeña.
Bajo el pretexto de ser biólogo, Agno exploró a la niña. Toda conclusión que
pudo extraer era que la pequeña estaba falleciendo poco a poco. Era como si
algo le consumiera la vida muy lentamente. Sin saber muy bien qué hacer, los
investigadores decidieron quemar su única vía e ir en busca del libro que se citaba
en el diario de Edduard.
Tras unas cuantas charlas con la
responsable de la biblioteca y unas horas de inmersión entre tomos, dieron con
el libro que buscaban. Su lectura transmitía las mismas ideas inverosímiles que
el diario de Harowl. Únicamente añadió un nuevo dato a la investigación, el tal
Kuranes aseguraba que con un objeto adecuado y puro se puede entrar de forma
física en la Tierra de los sueños, eso sí, tendrían que encontrar el sitio
correcto desde donde acceder. Según aconsejaba, una madriguera de Gules era el
sitio más directo.
Desorientados. Perdidos en la
investigación, decidieron acudir a la fuente de toda información sobrenatural.
Al llegar a casa de Luií y ver que este no contestaba, decidieron probar a
entrar. La puerta estaba abierta y no dejaron pasar la oportunidad. Una vez
dentro de la casa encontraron al periodista tirado en el suelo, sujetando con
fuerza una hoja de papel. Enseguida reconocieron el fragmento, pues tenía el
mismo todo que las hojas del diario de Edduard. Tras tomar el pulso del
convaleciente Luií, y ver que seguía con vida, arrebataron la hoja y fueron a
por ayuda. El doctor estabilizó al amante de lo sobrenatural. Tras achacarlo a
un ataque de estrés, recomendó reposo. Luií volvió en sí y preguntó por la
investigación. Los investigadores, después de haber reprochado que robara el
fragmento del diario, lo pusieron al día. Ya se estaban marchando cuando el
señor Arth acabó de sincerarse; les envió a recoger un objeto que guardaba en
un pequeño cajón. Dicho objeto era una antigua llave de plata. Tenía grabado
las iniciales A.H.L. Todos coincidieron en que sería buen momento para hacer
otra incursión en casa del patrón. Al darse cuenta de la hora dejaron la visita
para otra ocasión.
Amaneció
y el pueblo de Brextón se despertaba consternado. La pequeña de los Wayland
había fallecido. Por si la noticia no fuera lo suficientemente desgarradora,
Britanny Hudson había empezado a desarrollar los mismos síntomas que Amy. Sus
padres se temían lo peor.
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