“¿Qué tomo buscáis?” Preguntó muy serio. “Anaste apo
ton tafo, conocido como el tomo prohibido de Vecna; resurrección de la
tumba.” Respondieron.
Al oír esto, el mago no pudo evitar una expresión de
asombro. “¿Para qué diablos podéis necesitas ese libro?” La ansiedad se reflejaba
en sus palabras. “Sabemos que el príncipe oscuro Orcus pretende reencarnarse en
este plano y en ese libro podemos encontrar la forma de evitarlo.” Explica
Cáralos. “Si es cierto que Orcus pretende resurgir, debe evitarse pero dejadme
que os advierta, el libro que buscáis no contiene esa información, al
contrario, es un manual para llevar acabo hechizos de nigromancia, su finalidad
es devolver la vida a los caídos. Aun así, si creéis que puede ser útil, os lo
conseguiré. Pero tendréis que esperar unos días, tomad esta piedra mágica, me
pondré en contacto con vosotros a través de ella cuando tenga el tomo.” Los
eladrines agradecieron la ayuda y se marchan de la torre preocupados por lo que
acababan de escuchar, sin duda era algo que debían contar a sus compañeros.
Conforme se acercaba al puesto, Álesmir lo reconoció de
inmediato, era el mismo que ojeó el día de su llegada a Valle del dragón,
instantes antes del ataque a raíz del cual conoció a su grupo de aventureros,
así que se aercó. En el mostrador se podían ver todo tipo de objetos extraños.
El tendero pronto notó la presencia de un potencial cliente y se dirigió a él
con un cordial saludo. “Buenos días señor ¿En qué puedo ayudarle?”
“Me envía Kelson
Thistton, ando buscando un tarro hermético de vida y él me ha dicho que usted podría
ayudarme.” Respondió tranquilamente el semi-elfo. “¡Hombre! Si es de parte de
mi buen amigo Kelson no hay problema.” Soltó alegremente el tíflin con una
amplia sonrisa al tiempo que sacaba de bajo del mostrador un tarro de vidrio
transparente y lo colocaba encima de este. El tarro, aunque presentaba una
apariencia normal, desprendía un leve halo traslucido, casi imperceptible a su
alrededor, que parecía vibrar de manera pausada y rítmica. “Aquí tengo uno, por
el precio de 1.000.000 de pos es tuyo.”
Concluye. “¿1.000.000 de pos? ¡De dónde voy a sacar ese dinero! ”Exclamó el
semi-elfo llevándose las manos a la cabeza. “Lamento decir que no puedo
venderlo más barato.” Maldita sea, ese artefacto era demasiado caro y ni
juntando todas las riquezas del grupo se acercaban al precio del artículo, si
al menos el elfo estuviera allí podrían robarlo. No era la opción más heroica
de todas pero era evitar el alzamiento de un príncipe demoniaco era causa
justificable “¿No hay ninguna forma de llegar a un acuerdo?” Preguntó a la
desesperada. “Bueno, hay una posibilidad. Estoy organizando una expedición que
me aportará grandes beneficios, con ella pretendo recuperar una antigua corona
de un valor incalculable, si consigues un grupo de hombres para dentro de dos
días podrías participar en la expedición. Si me ayudas, tanto el tarro como
cualquier riqueza que hallemos a excepción de la corona por descontado, son
tuyos.” Tras sopesarlo y a sabiendas que sus compañeros no iban a alegrarse, el
semi-elfo aceptó la propuesta. El tíflin se acercó la mano a la boca para
escupir en ella y la tendió al guerrero que lo observó con sentimientos
enfrentados entre el asco y la sorpresa, finalmente imitó el gesto de su
interlocutor y estrecharon las babeadas manos. Acto seguido, y para su
sorpresa, el tíflin le acercó el tarro. “El trato está cerrado, así que puedes
llevártelo.” Dijo con una sonrisa en la cara, sin comprender nada, Álesmir
cogió el frasco y se despidió amigablemente.