Los héroes se
quedan perplejos. No esperaban aquello y ahora el desconocido los
observa fijamente. Se acercan a él. Este les recrimina la tardanza,
¿Es que tal vez no estén a la altura de la fama que les precede?
Los héroes ya empiezan a estar cansados de este juego y le preguntan
sus intenciones. “Es una prueba, para ver si sois héroes.”
Aquello comenzaba a complicarse y las respuestas no llegaban. “Mi
señor Doppelgänger me envía para ver si realmente sois héroes,
así que debéis demostrármelo.” Repite.
Y aquí fue donde la
paciencia del elfo se agotó. Se puso de pie tirando la silla al
suelo, dio un fuerte golpe en la mesa y agarró al sujeto de la capa.
“¿Dónde están los bandidos?” Los demás no comprendían
aquello, pero sin duda aquel Sombra sabía de qué iba el asunto. Tal
vez por eso pudo permitirse el lujo de seguir impasivo ante aquella
amenaza.
Élencor, al ver que
no funcionaba, lo soltó. El mago tomó ahora la voz cantante en la
conversación, tratando de mostrar las cualidades del grupo como
héroes. “¿Y lo de esta mañana, que ha sido? Han muerto
inocentes.” Dice de pronto el semi-elfo. “Cierto, pero no son
nada comparadas con las miles de vidas que podremos salvar, eso era
una prueba para vosotros. “ Todos callan ante aquella respuesta y
es entonces cuando el elfo se pone en pie de nuevo. “¿Quieres una
demostración? Pues mira.” Sigilosamente se desliza entre la
multitud y roba del pecho de un hombre sospechoso un colgante. “Aquí
tienes, ni se han percatado.” Deja caer el objeto en la mesa y el
mago corre a estudiarlo. Sus amplios conocimientos eclesiásticos
pronto le brindan la información que persigue. “Es un colgante que
representa al dios Orcus, príncipe oscuro.” “En efecto –
respondo Sombra, quién parece más complacido – ese tipo al que
has robado, que ahora habla con el posadero, es el líder de un grupo
de saqueadores y además, es un seguidor de Orcus, al igual que
todos los hombres que le siguen. Son una secta y el posadero es el
que controla todo el cotarro. Aún así, sigo esperando a ver que
sois héroes.” Tras pensar un momento, es Álesmir quien se pone en
pie. “Tengo una idea.” Sin mediar palabra, se acerca al líder,
le da un golpe amistoso en la espalda y pide dos jarras de hidromiel.
El hombre se sorprende e intenta reconocer al desconocido, quién
asegura que trabajaron juntos en el pasado en algunos saqueos. Pasado
el rato y tras varias jarras de hidromiel, el saqueador está lo
suficientemente borracho para creer que realmente son viejos amigos.
Por desgracia, aún así no suelta prenda sobre la ubicación de su
guarida.
Al comprender las
intenciones del semi-elfo, Cáralos se acerca, el borracho le saluda
amistosamente al comprobar que es un conocido de su “viejo amigo”
y sin que se dé cuenta, pasa a hurtadillas el colgante a Álesmir.
Este capta la idea de su compañero y fingiendo agacharse y recoger
algo, le muestra el colgante al saqueador. “Se te ha caído amigo.”
Sorprendido de haberlo perdido, agradece la devolución. Pero ahí no
queda la cosa, el semi-elfo muestra su interés por el objeto y deja
claro que conoce su significado y sus deseos de brindar culto a
Orcus. Tras sopesarlo, el líder saqueador decide que puede ser una
buena idea darle una oportunidad. Al fin y al cabo, son viejos
amigos, ¿no?
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