“Ahora que ya conocéis vuestro cometido, id y encontrad
lo que preciso, tenéis cuatro días
para lograrlo, no me defraudéis.” Y dicho esto, la pira llameante que formaba
la aparición de Doppelgänger se apagó.
Sombra les indicó que, puesto que ahora ya trabajaban
juntos, no había razón para volver a vendarles los ojos y que podían irse
libremente. Los héroes comenzaban a marcharse cuando les dedicó unas últimas
palabras. “Si no sabéis donde obtener la información necesaria para hallar lo
que mi maestro os reclama, acudid a Kelson Thistton,
el dueño de los establos, ese hombre tiene ojos por todas partes.”
Los héroes asintieron y salieron del lugar, que para su
sorpresa, resultó ser una vieja destilería enana abandonada a las afueras de la
ciudad. Una vez ubicados, los héroes estudiaron el plan a seguir. “Bien, puesto
que soy el explorador, veo más razonable que sea quien se encargue de buscar
información sobre el dragón.” Expuso Élencor. “Yo me encargo del tarro, así
dejo en manos del mago el asunto del libro, que sin duda es más ducho que
ninguno de nosotros en asuntos arcanos - Se aventuró a responder Álesmir –
Puedo empezar preguntando al tipo de los establos que ha sugerido Sombra.” -
Concluyó. “Pues en ese caso yo acompaño al mago, por si sus conocimientos
fallan y necesita algo de músculos.” - Zanja Quarion, acabando así el reparto
de tareas. Contentos con la división de cometidos y sin darse cuenta de que su
trabajo en equipo comienza a ser notable, los héroes se separaron para cumplir
lo antes posible con su cometido.
Una cualidad esencial para un explorador es la
determinación y rapidez de actuación, así pues, en cuanto llegó a la plaza del
pueblo, Élencor se encaramó a una caja que allí se encontraba y con los brazos
extendidos vociferó la siguiente pregunta “¿Hay alguien aquí capaz de ayudar a
un intrépido explorador en su cacería de un dragón negro?”
Como ya se ha comentado, actuar rápido y con
determinación es algo esencial en un explorador, pero tal vez Élencor debió
haberse planteado que la plaza del mercado no es un lugar tan indicado como una
taberna para buscar un habilidoso mercenario. Sus palabras fueron respondidas
con miradas de asombro y pavor, algunos cuchicheaban sobre lo dura que debe ser
la demencia, otros rieron al verlo y las madres taparon los ojos a los niños
que señalan apasionados al valiente “busca-dragones”.
Decepcionado por el resultado obtenido, descendió de un
salto de la caja cabizbajo, dispuesto a marcharse abatido cuando recayó en la
presencia de una figura ante él.
“Con que
un dragón negro ¿eh? Hay que tener valor para eso, pero estás de suerte, puedo
decirte donde encontrarlos.” - Le dijo el desconocido - “¿y tú eres?” -
preguntó el elfo - “Kelson Thistton, a
tu servicio.” - A pesar de reconocer el nombre, Élencor prefirió no demostrarlo
- “Encantado. ¿De verdad puede decirme dónde encontrar un dragón negro por esta
zona?” Insisitió el elfo “Por supuesto, cerca de aquí, al sur, hay un pantano
que frecuentan esos bichos, además estamos en época de reproducción, por tanto,
es relativamente fácil toparse con alguno.” Respondió sonriente. Ambos se despidieron y Kelson comenzó a alejarse cuando de pronto Álesmir apareció, acaba de llegar al mercado cuando divisó a su compañero. “Vaya, siempre te pillo hablando con desconocidos, ¿Cómo ha ido el tema del dragón?” Soltó el guerrero. “Ese tipo me ha dado la información que necesitamos, hay un pantano cerca y parece ser que en esta época del año hay dragones negros por la zona. ¡Ah! por cierto, era Thistton, ¿Tú no lo estabas buscando?” El semi-elfo puso los ojos como platos y dejó escapar un gruñido al tiempo que sale corriendo tras el dueño de los establos mientras el elfo se dirige a la taberna riendo tranquilamente.