Álesmir llama a la puerta de la capitanía del puerto, a pesar de las horas una voz le dice que pase. Es un viejo enano de barbas blancas que fuma una pipa quien le espera en el interior. Fiel a su costumbre, el semi-elfo saluda a su interlocutor en su lengua. “Vaya, un semi-elfo hablando enano, quién iba a decirlo.” El tono del enano expresa sorpresa en vez de desagrado (al contrario que con el herrero). “Estaba buscando información. Querría saber si una elfa llamada Tínfale salió por barco de la ciudad.” El enano se levanta tras dar varias caladas a su pipa y se dirige a unos cajones. De ellos extrae unos libros y tras un rato ojeando levanta la mirada de ellos. “No ha salido por barco chico. ¿Asuntos personales o de negocios.” “Personales.” Responde este apesadumbrado. “Bueno, entonces te recomiendo que hables con Kelson Thistton, el dueño de los establos. Nada entra o sale de esta ciudad sin que él se entere”.
Mientras Álesmir vuelve camino al banquete, una sombra se desliza a su lado. A pesar de no poder verla bien, entiende a la perfección el mensaje que ha susurrado en su oído. “Sombra os espera.”
El elfo y el eladrín llegan a la taberna donde se celebra el banquete al tiempo que Quarion – quien acaba de notar su ausencia – salía en su búsqueda. A lo lejos, los tres divisan al semi-efo corriendo hacia ellos. En cuanto esté los alcanza, les informa de lo ocurrido. Sombra les está esperando así que parten en dirección al río donde, dentro de una carreta, Sombra les espera impaciente. “Ya creía que no veníais.” Espeta mientras tiende unas vendas a los aventureros. “ponéoslas en los ojos.”
El carruaje traquetea y se mueve sin que ninguno de los cuatro pueda percibir nada del exterior, pues una fuerte magia bloquea sus sentidos. Cuando por fin se detienen, Sombra los guía por un sinfín de escaleras hasta un lugar frío y húmedo, donde finalmente les permite retirarse las vendas.
Al hacerlo, observan que se encuentran en una sala de piedra oscura, sin nada destacable.
Sombra se aleja un poco, saca un pergamino, lanza unos polvos al aire y de pronto, una enorme pira de fuego surge, en la cual, poco a poco, se va percibiendo la figura de un hombre. Doppelgänger.
“Bienvenidos, aventureros, os he traído aquí para solicitar vuestra ayuda en una misión que, de fracasar, pondría en peligro miles de vidas.”
“¿Qué sabes de los bandidos?” Grita Élencor enfurecido. “Dímelo”
“Mis conocimientos son muy extensos y podría facilitaros la información que buscáis cada uno de vosotros, pero lamento tener que retenerla en aras de lograr vuestra colaboración.”
“¿Entonces sabes dónde encontrar a Tínfale?” Es ahora Quarion quién habla, sin percibir la mirada de curiosidad que suscitado en su compañero semi-elfo.
“Como ya he dicho, puedo responder a todas vuestras preguntas, pero no hasta que la tarea que os tengo reservada sea resuelta.”
“Pues en eso caso, ves directo al grano.” Le insta Álesmir
“Está bien, Orcus, el príncipe oscuro, pretende invadir la morada de la reina cuervo y tomar el trono, aprovechando la época de las cosechas, momento en el cual los planos en los que habitan ambos se hallaran más cerca. Sombra ya me ha informado que habéis logrado infiltraros en la secta, pero que debéis superar una prueba.”
“Quieren que saqueemos una caravana dentro de tres días.” Responde el elfo.
“No cabe duda… El objeto que transporta esa caravana debe ser un cristal mágico. Orcus pretende usarlo para abrir un portal el tiempo suficiente para alcanzar a la reina cuervo. Pero no debéis preocuparos, vosotros seguid con la tarea que os han encomendado para ganaros su confianza, conseguidles el cristal y al mismo tiempo, traedme ciertos ingredientes a mí, pues conozco un ritual con el que podremos derrotar a Orcus.”
“Pero, ¿matar a un dios no rompería el equilibrio?” Pregunta Élencor.
“Sí, pero Orcus no es un dios, es un príncipe demoniaco, esa es la razón por la que no debe lograr sus objetivos, pues si la reina cuervo cae, el equilibrio también. Pero como ya os he dicho, conozco un ritual. Desgraciadamente, unos fatídicos sucesos me han debilitado y por tanto yo mismo no puedo obtener los ingredientes y es ahí donde entráis vosotros, traedme lo que necesito y detendremos a Orcus.”
“Un momento – interrumpió Álesmir - todo eso está muy bien, pero no me parece que darles ese cristal sea una buena idea, creo que necesitamos un plan B. Has dicho que ese Orcus lo necesita para mantener el portal ¿no? Pues yo propongo robarlo y esconderlo donde no puedan encontrarlo, pero al mismo tiempo, con ayuda de nuestro mago eladrín, crear una copia, así en caso de que ese ritual falle, tendremos otra oportunidad de arreglar el problema.”
“Debo admitir que pese a ser un semi-elfo, usas la cabeza” Elogió Élencor.
“De acuerdo” Dice la figura llameante. “Ahora anotad. Necesitaremos: El tomo prohibido de Vecna; resurrección de la tumba, un tarro hermético de vida y… un corazón de dragón negro.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario