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sábado, 21 de febrero de 2015

Un mago hablador


Una vez arriba, la cerradura no supone un reto para las ganzúas de Élencor y pronto se abre cual fulana bien pagada, revelando su contenido: Una túnica, un libro con extrañas runas y una carta firmada por Zacarus. Élencor examina el texto e informa al grupo que se encuentra ante la tumba del mago. Álesmir, receloso, le pide que se la deje leer y efectivamente, el elfo decía la verdad.
Zacarus, el mago de la corte, al descubrir que portaba una terrible enfermedad decidió retirarse y llevarse consigo sus valiosas pertenecías, una túnica encantada y un libro que contiene poderosos rituales, para así evitar que cayeran en malas manos y proteger a su pueblo.
Los héroes han resuelto el misterio y con ello han descubierto que trabajan bien en equipo, a pesar de no agradarse ni confiar entre ellos y puesto que aún les quedaba un asunto pendiente, deciden nombrar un líder. Puede que sorprenda a algunos el hecho de que Élencor fuera el elegido por unanimidad. Cierto es que el solitario elfo no era partidario de verse envuelto en un grupo y mucho menos de depositar su confianza en nadie pero había quedado patento que a la hora de dirigir al equipo mostraba un talento natural y sus compañeros habían reconocido en él a un líder nato. Su primera decisión como líder consiste en encargar a Quarion y Cáralos la misión de informar en la corte del sino que había acontecido a Zacarus, Él y el semi-elfo irían a la armería a ver que podían sacar del equipo que habían saqueado a los polimorfos.
Cáralos y Quarion se presentaron en la fortaleza de Adulaida, preguntando por el lord, un centinela les atiende. “Lord Faren Mhalkerhay está muy ocupado ahora y no puede atenderles.” Les informa. “Somos los héroes que ayer expulsaron a los kobols del mercado, venimos para avisar que hemos averiguado lo ocurrido con Zacarus, antiguo mago de esta fortaleza.” Responde Cáralos. El guardia se queda estupefacto y tras recobrar la compostura, corre a llamar al lord, quien no tarda en aparecer. “Nuestros intrépidos héroes de nuevo, ¿es verdad que habéis hallado a Zacarus?” pregunta. “Bueno, su tumba – dice Quarion – dejó una nota.” “Vaya, ¿Y no había nada más?” repica el lord ansioso. “Este libro de rituales.” Espeta Cáralos sin pensar. “Damelo.” Ordena el lord. El mago lo observa y en ese momento es consciente de su desliz. “Eeeh… No, quiero estudiarlo detenidamente.” Dice guardándolo en su túnica. El lord gesticula una mueca y sopesa la situación. “De acuerdo, pero esto podría ser motivo de guerra, recuérdalo.” Se produce un tenso silencio, hasta que de pronto, el mago, no contento con su anterior actuación decide romperlo. “¿Y la recompensa que?” “¿Recompensa? – repite sorprendido el lord con los ojos como platos – Bueno, podemos preparar otro banquete, si os place.” Los dos héroes aceptan la propuesta y se marchan, no sin que antes Cáralos haga un infructuoso intento de seducir a una guarda allí presente. “Lo siento, pero estoy de servicio” responde ella a las indirectas del eladrín.

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