Una vez arriba, la
cerradura no supone un reto para las ganzúas de Élencor y pronto se
abre cual fulana bien pagada, revelando su contenido: Una túnica, un
libro con extrañas runas y una carta firmada por Zacarus. Élencor
examina el texto e informa al grupo que se encuentra ante la tumba
del mago. Álesmir, receloso, le pide que se la deje leer y
efectivamente, el elfo decía la verdad.
Zacarus, el mago de
la corte, al descubrir que portaba una terrible enfermedad decidió
retirarse y llevarse consigo sus valiosas pertenecías, una túnica
encantada y un libro que contiene poderosos rituales, para así
evitar que cayeran en malas manos y proteger a su pueblo.
Los héroes han
resuelto el misterio y con ello han descubierto que trabajan bien en
equipo, a pesar de no agradarse ni confiar entre ellos y puesto que
aún les quedaba un asunto pendiente, deciden nombrar un líder.
Puede que sorprenda a algunos el hecho de que Élencor fuera el
elegido por unanimidad. Cierto es que el solitario elfo no era
partidario de verse envuelto en un grupo y mucho menos de depositar
su confianza en nadie pero había quedado patento que a la hora de
dirigir al equipo mostraba un talento natural y sus compañeros
habían reconocido en él a un líder nato. Su primera decisión como
líder consiste en encargar a Quarion y Cáralos la misión de
informar en la corte del sino que había acontecido a Zacarus, Él y
el semi-elfo irían a la armería a ver que podían sacar del equipo
que habían saqueado a los polimorfos.
Cáralos y Quarion
se presentaron en la fortaleza de Adulaida, preguntando por el lord,
un centinela les atiende. “Lord Faren Mhalkerhay está muy ocupado
ahora y no puede atenderles.” Les informa. “Somos los héroes que
ayer expulsaron a los kobols del mercado, venimos para avisar que
hemos averiguado lo ocurrido con Zacarus, antiguo mago de esta
fortaleza.” Responde Cáralos. El guardia se queda estupefacto y
tras recobrar la compostura, corre a llamar al lord, quien no tarda
en aparecer. “Nuestros intrépidos héroes de nuevo, ¿es verdad
que habéis hallado a Zacarus?” pregunta. “Bueno, su tumba –
dice Quarion – dejó una nota.” “Vaya, ¿Y no había nada más?”
repica el lord ansioso. “Este libro de rituales.” Espeta Cáralos
sin pensar. “Damelo.” Ordena el lord. El mago lo observa y en ese
momento es consciente de su desliz. “Eeeh… No, quiero estudiarlo
detenidamente.” Dice guardándolo en su túnica. El lord gesticula
una mueca y sopesa la situación. “De acuerdo, pero esto podría
ser motivo de guerra, recuérdalo.” Se produce un tenso silencio,
hasta que de pronto, el mago, no contento con su anterior actuación
decide romperlo. “¿Y la recompensa que?” “¿Recompensa? –
repite sorprendido el lord con los ojos como platos – Bueno,
podemos preparar otro banquete, si os place.” Los dos héroes
aceptan la propuesta y se marchan, no sin que antes Cáralos haga un
infructuoso intento de seducir a una guarda allí presente. “Lo
siento, pero estoy de servicio” responde ella a las indirectas del
eladrín.
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